lunes, 19 de octubre de 2009

La feria de las vanidades

Hace unos pocos minutos me dispuse a leer el último artículo de mi amiga Ainize, esa chica que se dedica desde que terminamos la carrera a la educación de otros en matería de lengua inglesa, y ha decir verdad me ha contagiado su pesadumbre y preocupación. Al igual que yo, ella empezó a dar clases extraescolares cuando estábamos en 2º de carrera, aunque ella empezó antes y pudo dedicarle más tiempo a esa actividad mientras yo me dedicaba a complemetar mi formación con el estudio de la lengua china. Cuando terminamos 4º, cada uno tomó un camino diferente, y el suyo fue dedicarse por entero a la enseñanza en la academia que la hubo contratado dos años atrás. Dos años han sido suficientes para agotarle una paciencia y un tesón que no le faltan, y es que por mucho que a la gente le parezca que no es nada, en el mundo de la enseñanza, y más concretamente la que no es superior, dos años pueden ser matadores.

Hoy en día se habla mucho del acoso escolar y de los asaltos a profesores y a alumnos, pero parece ser que la gran mayoría prefiere seguir haciendo oídos sordos a pesar de todo el griterío, perpetuando así esta añeja tradición de dar la espalda a la educación y hacer el vacío a la cultura. Como nuestra amiga Ainize cuenta, el otro día dieron un reportaje (dos, de hecho) sobre la juventud, sus estudios, sus vicios y todo el mundo que los rodea. Es, para los que no lo sepan, uno de esos reportajes que pondrían los pelos de punta a cualquiera que no haya pasado por esa etapa o haya convivido con mucha gente como la que retratan y entrevistan ahí. De hecho, es uno de esos reportajes que no ponen a mejores horas porque muchas señoras de todas las edades y varios lerdos de mentes distorsionadas se tragan programas vanos, insustanciales, venenosos y controladores de masas. Como iba diciendo, no sé hasta qué punto serán veraces los datos que dan, pero sin duda le hecho de ver que cada día hay más abusos que incluso llegan a los profesores en los insitutos le calienta a uno la sangre. Si a eso le añadimos la sobreprotección de unos padres que en general pasan de todo y la inacción de cualesquiera responsables de áreas de seguridad, pues a uno le hierve. Aunque lo que más me fastidia y lo que más me hace gritar y hacerme sangrar las manos contra las paredes es el hecho de que, lejos de simplemente no hacer nada, los energúmenos sin escrúpulos que rigen nuestras vidas sólo dan más derechos a los alumnos, olvidándose de que hay vida más allá de los menores de edad.

Para empezar (y terminar, pues no me quedé con ninguno más) con números, se dice que al rededor de uno de cada cuatro alumnos está siendo acosado, id est, 500.000 chavales están siendo golpeados, amenazados, perseguidos y acorralados a día de hoy, 19 de octubre de 2009, en toda España. No me quedé con las cifras de los profesores acosados ni sé cuántos son los que acosan, pero sí vi múltiples denuncias infructuosas de madres que ven cómo sus hijos (alguno casi presa de la Parca gracias a la dadivosa mano de los gamberros de turno) simplemente querían dejar de estudiar y de ir al colegio, perdón, y de salir a la calle por miedo a que alguno de los malnacidos que loa cosan le salieran al paso. También vi cómo otros chavales soltaban alegremente al micrófono que ellos no sabín nada y no querían saberlo tampoco, pues su pasión en la vida era hacer pira, hacerse policías (sólo por llevar la pistola, pues "sino, no mola") y joder a todo quisqui. La versión femenina tampoco se queda atrás, pues la que se ufanaba de ser "la mejor de clase" consideraba su liderazgo producto de tener jaleo y pelea con todo aquél que no la respetara o se metiera con ella, de emborracharse siempre que podía y, por su forma de hablar, de asemejarse a una criatura subnormal y prehistórica en temas de retórica. Y es que hoy en día, aparte de un libertinaje supino en todas sus variantes y un descontrol épico, los jóvenes no tienen nada, ni siquiera el conocimiento de dónde situar Valladolid ni el de conocer el nombre del autor de "El Quijote" ni el de saber en qué año se inició la Guerra Civil en España (esto salió en forma de pregunta oral a los alumnos, que trataban de disimular su incultura con devaneos tontos y risas infantiloides).

Así que mientras los partidos políticos se pelean por ver quién soluciona problemas que debieron haber sido prevenidos antes y a la usanza propia, los insitutos de todo el estado arden con el bullicio de la ley de la jungla y los chismorreos entre pasillos. El bonito discurso de "pobre niño cuya existencia sólo importa a sus padres que lo han matado a hostias en clase por llevar gafas" no me ha convencido nunca y cada vez me vuelve más ircundo. Simplemente no entiendo por qué no se aplica una mano dura de verdad, se obliga y se exige a los críos y niñatos y se suprimen los derechos de "no toques al niño que es menor" o "pegar una bofetada es contraproducente". Que levante la mano quien, por poner un ejemplo de igual corte pero sucedido en otro campo o esfera, no habría dicho que mataran a Hitler cuando aún era crío sabiendo como sabemos hoy lo que hizo de mayor. Aunque no sea matar, vale con encarcelar, controlar con el mayor de los celos o lo que sea que sea similar y que coarte la libertad y las oportunidades. Al final, sólo nos lamentamos cuando pasa lo malo. Pues felicidades porque ya tenemos otro premio.

No voy a cerrar esto sin señalar a los que a mi juicio son los mayores culpables de todo lo que está sucediendo. Ustedes, señores padres que se olvidan de sus hijos y les dejan a la intemperie de la televisión y un hedonismo extremo que deforma en todo lo que no han visto por televisión por preferir ver sus estúpidos e insulsos programas para olvidar la realidad de sus miserable svidas, sus errores y la lata que les dan los hijos, están destrozando este país que vio nacer las primeras palmeras plantadas en Europa, el país que se lanzó a la conquista de un continente envuelto en selvas y enfermadades que sólo en sus peores pesadillas imaginaron esos nvegantes, el país que ha florecido mil veces después de cada guerra por la sabiduría de cien pueblos y el país que a día de hoy les asegura una de las mayores esperanzas de vida y una de las mejores sanidades que existen. Son ustedes los que, gracias a las obras que cometen sus demonios, van a destrozar y sesgar el país en que moran. Así que les esoty muy agradecido por acosar a los menores de sus vecinos, por arruinar la vida de tanta gente y por fomentar tal nivel de estupidez e incultura que haría temblar incluso a los más tontos del más oscuro año de la Edad Media. Felicidades.

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