Nota: Todos los títulos de las canciones están sacados de la traducción de Final Fantasy Wiki del disco Final Fantasy III: Original Soundtrack. Algunos temas, por falta de relevancia u otras razones, podrían quedarse fuera y sin mencionar. Puede que haya spoilers de juegos de la saga.
The Prelude
Fiel a la costumbre de mantener la melodía de apertura, Final Fantasy III se abre de forma muy tradicional, aunque con una curiosa peculiaridad: en un juego fuertemente marcado por instrumentos de viento, The Prelude suena con cuerda, algo que si bien es habitual, es a la vez un fuerte contraste en la lógica interna del título. Por lo demás, no se sale de la melodía típica ni añade nada nuevo, aunque obviamente suena infinitamente mejor que en NES. Dicho lo cual, pasemos a revisar la historia.
Cuatro jóvenes son elegidos héroes por el cristal del viento para devolver el equilibrio al mundo. A lo largo de esta misión, los Guerreros de la Luz conocen aliados, rincones, historias y hasta llegan a toparse con los Guerreros de la Oscuridad, fuerzas opuestas a ellos que ayudan a mantener el equilibrio. Con mucha tierra y mar por explorar, este juego resulta mucho más enfocado a la idea del viaje que ninguno de los anteriores. El hecho de que los héroes sean especialmente jóvenes y de que vivan situaciones variadas refuerza la noción de que no es un periplo a la antigua usanza sino que sea más un intento de conexión con el mundo que los rodea; dicho de otro modo, para tener éxito tienen que entender e interactuar con su entorno. Cavernas ocultas con premios y tesoros potencian aún más esa idea, que invita al jugador a comprometerse más con búsquedas alternativas. De este modo, Final Fantasy III se asemeja un poco más a un cuento o fábula que a una gran épica romántica.
Ni The Altar Cave ni Room of the Crystal, dos de las primeras melodías que se oyen en el juego se esfuerzan en disimular esa particular visión. En DS son melodías ambientales que se regodean en su papel de melodía ambiental. Me refiero a que muchas veces las escucharemos sin recordarlas, a veces debido a la naturaleza del sonido ambiental, pero que intentan ofrecer lo mejor de sí mismas (y a algunos nos hacen parar solamente a escuchar), especialmente la primera. Son ambos temas para marcar el tono más que crearte una gran impresión, aunque en absoluto suenan mal. También Opening Theme suena más amable que su hermano mayor, pero no aporta nada nuevo.
Estos temas que abren el juego nos están recibiendo de forma bastante cómoda (no hay grandes riesgos en la composición por ahora) pero cálida, algo que personalmente me parece estupendo, tanto por que una historia no tiene necesidad de ser enorme y pomposa, como por que ser recibido de forma afable en un terreno nuevo y hostil es de agradecer.
The Village of Ur
A pesar de que pueda parecer un juego menor, sobre todo si alguien está acostumbrado a las grandes épicas modernas (como podrían ser Xenoblade Chronicles, Tales of Symphonia, The Legend of Zelda: Breath of the Wild o el propio Final Fantasy XIII), Final Fantasy III se toma a sí mismo bastante en serio, y creo que una prueba de ello está en la elaboración de una banda sonora más amplia que se adapta a la historia. Un ejemplo está en las músicas de pueblo, de que hay hasta siete. Las diferencias entre ellas son enormes: las hay más tranquilas, como en el manso pueblo de los canales (Amur - Amur); las hay más juguetonas, como en el pueblo de los enanos (Tozas - Tozus), y las hay más pesadas, como Salonia (Saronia). Aunque las que más suenan son la del primer pueblo, Ur (The Village of Ur), y el conocido tema relacionado con los castillos (Return of the Warriors). Cada una cuenta una historia diferente, y aunque no todos sean grandes temas, ponen un toque de color a la aventura sin desentonar dentro de un marco común, que es precisamente lo que distingue a Final Fantasy III de las historias tan serias de otros juegos. Final Fantasy IX beberá mucho de esto y se llevará todos los méritos de juego más tranquilo, de disfrutar del viaje, de juego de cuento, pero realmente no inventó nada a esos niveles.
Por otro lado, las músicas de mazmorra ya tenían la costumbre de representar un punto concreto del mapa (o estaban de camino hacia ello) en anteriores juegos, y obviamente siguieron con esta tendencia en la tercera entrega. Este grupo incluye los siguientes temas: Dungeons, To the Mountain Top, The Nepto Shrine, The Tower of Owen, Castle Hein, The Forbidden Land, Eureka, The Crystal Tower y The Dark Crystals. Tras reescucharlos todos un par de veces he caído en la cuenta de una cosa: no sólo son bastante diferentes entre sí (lo que añade aún más vida al juego y al mundo), sino que además tienen bastante personalidad. Pensaba darles un notable bajo por dar esas pinceladas de color al mundo, pero he de reconocer que si bien algunos pueden sonar un poco simples o insulsos (Castle Hein por ejemplo, o The Nepto Shrine, que ha perdido personalidad), y sin ser realmente espectaculares, son en general muy buenos. To the Mountain Top nos marca pasos ligeros y constantes por el monte, Dungeons ha pegado un salto cualitativo serio con muy poquito maquillaje, The Tower of Owen tiende a lo siniestro, y The Forbidden Land, Eureka es amenazador y serio pero con ritmo. Creo que representan bastante bien el lugar al que están dedicados y aunque se recuerde más The Crystal Tower (bien por ser la mazmorra final, bien por haber salido en las sagas Dissidia y Theatrhythm entre otros), esos temas cumplen perfectamente la función que la música de videojuegos debe tener: acompañar y potenciar el juego y las emociones que nos provoca. Notable alto.
Battle 1
Last Battle
Con un nombre que puede parecer tan tonto pero que también puede parecer tan heroico, mi absoluta preferida de las músicas de batalla de la trilogía de NES es Last Battle (Parte 1 - Parte 2 - Parte 3), en NES conocida como This Is the Last Battle, el primer auténtico tema de jefe final, dedicado a Cloud of Darkness. A veces también se le llama Battle to the Death y puede aparecer dividida en tres piezas o compilada en un único tema. Personalmente, me gusta considerarlo como una pieza única para que el crescendo (partes 1 y 2) previo le dé ese extra de sabor e intriga. No sólo me parece inquietante y desafiante sino que además va cambiando por fases y le da un dinamismo muy interesante, y todo dentro del tono "menos serio" del juego. La pega es que se repite mucho y es algo que quizás le puede quitar algunos puntos. No obstante, me parece una composición estupenda y sobre todo si es la primera que se da en exclusiva a un jefe final o gran antagonista, que además en DS tiene más vida y más matices.
Este tema es sin duda uno de los grandes clásicos de Final Fantasy III y prueba de ello es la gran cantidad de versiones que se le han hecho. Quitándonos de en medio la versión de Dissidia primero, están la curiosa visión de Chocobo Racing (el circuito correspondiente -Fantasia- también merece la pena una ojeada) y la exquisita remezcla de los The Black Mages llamada KURAYAMINOKUMO (incluida en la banda sonora original de la versión de DS bajo el nombre de This Is the Last Battle - The Black Mages Version), una auténtica preciosidad de versión, mucho más agresiva y llena de matices, color y vida, valga la redundancia. No puedo asegurarlo porque fue hace mucho, pero creo que fue después de escuchar esta versión cuando me terminé de enganchar a la canción y a considerarla por encima de Battle Theme 2 de Final Fantasy II dentro de la trilogía inicial. Si bien KURAYAMINOKUMO, del disco The Black Mages III: Darkness and Starlight, me parece una auténtica maravilla, los tres discos de The Black Mages son piezas imprescindibles en la colección de todo amante de la música de Final Fantasy ya que revisitan y revitalizan canciones tan clásicas como ésta y además gozan todas las composiciones del visto bueno de Nobuo Uematsu, integrante del grupo ya disuelto hace más de siete años.
Eternal Wind
Enlazando con la anterior canción, voy a a provechar para presentar los grandes clásicos del juego, dentro de los que está sin duda la melancólica pero placentera Eternal Wind, el tema del mapa del mundo. Mucha gente preferirá la bellísima y tristísima Terra (o Terra's Theme) de Final Fantasy VI, pero no se puede desmerecer o menospreciar aquella composición; es más, no es justo comparar las dos siquiera. Eternal Wind es un tema bastante más tranquilo y nos invita a disfrutar del viaje y a ponderar sobre la generalidad de las cosas, del origen, del destino... aunque siempre dentro de la idea de viaje y siempre relacionada con el movimiento, como el del aire al que se homenajea en el título. Terra es, por otro lado, un acto macabro: te expone a una melodía poco tranquilizante, desoladora y cada vez que sube el tono, lo acaba por bajar. Incluso cuando deja de sonar la flauta y parece más esperanzadora, ésta siempre acaba por volver y retomar el ritmo inicial. Personalmente lo interpreto como un signo de inexorabilidad de la desgracia, algo parcialmente real en el juego, y por lo que yo lo tacho de macabro: porque nos obliga a mirar cómo la desdicha inunda el mundo. Y en ese sentido, ambas son igual de buenas en lo que hacen. En Final Fantasy III muere gente, pero su sacrificio no se pretende como una gran tragedia (como sí lo era en Final Fantasy II y como lo sería en Final Fantasy VI), mas sí invita a explorar y ver el mundo y pensar (como muchos pensamos mientras un tren o un coche nos lleva por un paisaje) en aspectos más profundos de nuestras vidas. Del mismo modo, Final Fantasy VI no es un viaje para descubrirnos a nosotros y nuestra relación con el mundo sino la tremenda tragedia antes mencionada donde todo queda arrasado, donde vemos a gente intentar suicidarse, donde una acción tuya puede llevar a la muerte directa de una persona y donde a algunos de los protagonistas se les acaban las fuerzas para luchar y se apartan. En cualquier caso, Eternal Wind se beneficia enormemente de la mejora tecnológica. En DS casi pareces capaz de oír al viento hablarte y hasta podrías dejarte llevar como cuando miras el mar o un paisaje extenso. Podéis hacer la prueba con esta versión extendida.
The Boundless Ocean es otra de las canciones que salen mucho al hablar de la música de Final Fantasy III, y tal y como su nombre indica, habla del mar, pero de una forma un tanto hipnótica. El romanticismo que envuelve el mar y la vida en él viene de lejos. El sonido del agua, desde olas hasta riachuelos, engancha. Incluso hay gente que echa de menos alejarse y vivir lejos de él. Quizás por eso (o quizás por la mezcla de flauta y harpa) esta melodía resuene tanto en mí, porque me hace ver un paisaje marino, aunque cabe reconocer que dista de la magia de Eternal Wind y puede no ser tan fiel a la situación de quedarse absorto mirando al mar teniendo en cuenta que desde un barco (como pasa en el juego) no se ve del mismo modo que desde tierra firme. Y sin salir del tema acuático, no puedo no mencionar un tema aún más conocido, Priestess Aria, que acompaña el encuentro y la partida de Elia/Aria, la chica que abre el camino al cristal del agua. Es un tema suave, que se adapta bien a los momentos en los que suena, pero que creo que está mal pensado. Me explico. Elia es un personaje clave para la historia porque te ayuda a activar el cristal, pero el tiempo que pasas con ella es mínimo. Literalmente no hay ningún sitio al que ir hasta que ella te presta su ayuda, momentos antes de su repentina muerte. Le han dado ciertos honores (como ser la única ayudante en salir en el vídeo introductorio de la versión de DS, o la de ser el primer personaje de la saga en tener un tema propio, entre otros), pero se quedan diluidos en la rapidez con la que viene y se va. Me da la sensación de que ella podría haber tenido un peso mayor pero se quedó atrás, y es un poco lo que siento con su canción: creo que se queda en una mínima parte de lo que podría haber sido si se hubiera potenciado la carga emocional. No obstante, Priestess Aria es una de las canciones que más ganan en la remasterización, con la que gana mucha delicadeza, fragilidad y emoción, lo que a su vez va en paralelo a su paso por el juego.
Por su parte, Doga and Unei nos trae de vuelta el sonido cuidado e infundido de significado. Comienza con esos ecos misteriosos y en seguida pasa a una melodía inquieta que me recuerda a una hoja movida por el viento. No obstante, tal y como pasa con Terra, vuelve a los ecos, y algo me dice que hay cosas que no sabemos, que estamos frente a alguien que oculta más de lo que deja ver. Alguien sabio e inesperado espera al jugador en la cueva de Doga, dos álguienes aliados de hecho: Doga y Unei, a quien el jugador inicialmente reniega combatir. Entre lucha y lucha, los ecos resuenan como puntos suspensivos justo después de que algo horrible haya pasado.
Everlasting World
Dividida a veces en tres partes, Everlasting World (Parte 1 - Parte 2 - Parte 3) empieza suave para pasar a un tono frenético y acabar con una mezcla de viento y percusión no sin antes darle un repaso a Prelude. Cada parte funciona mejor suelta que conjuntas, sobre todo porque cada pieza no encaja con las demás y se unen con breves momentos de silencio. Esto responde al vídeo final del juego, que sí tiene tres partes diferenciadas, a saber: un corto epílogo escrito, un vídeo que cierra las historias de los personajes y los créditos finales. En conjunto, cuentan su propia historia, una historia de alivio, de regocijo y de esperanza para el futuro, en consonancia con el mencionado epílogo, que anuncia en un futuro lejano un nuevo desequilibrio entre luz y oscuridad. De entre todas las partes, creo que las que mejor suenan son la primera, la más suave, acaso por seguir la tendencia del juego, y la cortísima revisión de Prelude, que sin cambiar nada lo cambia todo.
No quería acabar sin mencionar Chocobos! y Fat Chocobo!, la última adición en el juego dedicada a los chocobos gordos, que tampoco innova pero sí ofrece una perspectiva un poco más salvaje que Final Fantasy II, algo que sinceramente agradezco mucho por la vitalidad y naturalidad que da a la mascota. Lo considero un pasito limitado pero bueno.
VALORACIÓN FINAL
En conclusión, la banda sonora de Final Fantasy III va muy acorde al juego y su ambientación. Quizás los diálogos no eran los mejores, ni la historia la más conocida, ni los encuentros los más memorables, pero quien quiere ver más allá podrá descubrir un mundo de sonidos preciosos que captan la esencia naturalista del juego. E incluso en el caso de querer quedarse con la historia y los personajes, hay un intento de dar profundidad y significado a todo, y giros como la batalla y muerte de Doga y Unei (entendido en su contexto histórico) dotan de personalidad un mundo diferente que brilla con luz propia. La propia Cloud of Darkness, la Nube de Oscuridad, es un ente filosóficamente fascinante, de nuevo, para quien quiera mirar y pensar en, por ejemplo, qué es, qué representa, qué papel cumple realmente...
Al escuchar de nuevo la banda sonora me parece imposible no alabarla, si no como banda sonora original, al menos como banda sonora adaptada. Es muy bonita de escuchar y dejarse llevar, a pesar de que no tenga tantos picos de genialidad como tienen otros juegos. Realmente es una delicia musical que no se debe perder.
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