El domingo pasado tuvimos un concierto del Maestro de maestros en el Palacio Euskalduna y por mucho que pase el tiempo, dudo que pueda llegar a olvidarlo. Joaquín Sabina, dios vivo de la poesía y la lírica cantada, nos deleitó con un número digno del más honorable de los reyes.
Muchos dirán: "¡bah! Otra actuación más del pesado ese. Closto, Llueve sobre mojado". Pues no. Si bien las dos útlimas actuaciones en solitario en Bilbao fueron más parecidas entre sí (que no menos grandiosas), ésta última sobresallió de una manera mágica. A pesar de ser la presentación de su disco Vinagre y rosas, algo nos dejó a los nostálgicos. Si algún día pensé que había canciones que serían Aves de paso, erré. El Maestro nos tocó viejas glorias que me tuvieron desde el primer minuto hasta el último con el corazón al borde del colapso y con los ojos húmedos a punto de romperse.
En el escaparate de temas que hay Por el bulevar de los sueños rotos pudimos ver Crisis pero también Noches de boda, Y nos dieron las diez entre acorde y acorde. Insaciables, requerimos la presencia del Excelso dos veces entre gritos y aplausos, haciéndole acabar a las diez y media con una receta de Pastillas para no soñar.
Olga Román hubo de ceder por motivos delicados, Como un dolor de muelas, su puesto a una jovencísima Mara Barros, una Princesa cuyo cuerpo sólo se describe en Una canción para la Magdalena, que nos enamoró con un chorro de voz, si se me permite, "de rayo de luna llena". Nos quitaste a Olga, Y sin embargo te quiero. Ambos, junto a Panchito Varona y su banda habitual, hicieron del escenario su casa y sin vergüenza ni disimulo nos dieron parte de su alegría y nos contagiaron su ilusión.
Al final, y cosciente de que no por más hablar voy a llegar a reproducir todo lo que sentí, se fueron con Siete crisantemos, por nombrar una flor, y un aplauso ensordecedor. Y es que Amor se llama el juego en que nos atrapa a los Peces de ciudad que respiramos por sus versos. Ya no colgará jamás en la puerta de mi esperanza por ver un concierto como debe ser el cartel de Cerrado por derribo.
¿Qué más se puede decir de un espectáculo que te tiene al borde de un ataque al corazón? La emoción me desbordaba literalmente y me faltaba sitio en la sala mayor del palacio para moverme. Me sobraba el cuerpo. Una experiencia que rozaba el dolor de no poder fundirse con las letras. Y sin embargo, repetiria y seguiré repitiendo mientras al Maestro de maestro, dios vivo de la poesía y la lírica cantada, le quede cuerda por dejarnos parte de sí. Yo he muerto Contigo y he vuelto a renacer. Para verte Nos sobran los motivos.
4 comentarios:
cole mi comentario en la entrada anterior :(
Hola, recomendada desde Lobo en el lobo te encuentro...
yo tuve la suerte de verlo hace dos años en mi ciudad y fue sencillamente fascinante, llovió y no pudo acabar el concierto pero puedo decir bien alto que yo vi a Dios bajo la lluvia^^
Un Saludo
Tranquila, Diana, por ahora todo lo que sea dejar más comentarios en este bitácora es, más que legal, muy ben recibido, jajajaja. Además, alguien que se declara tan abiertamente "sabinero" no tiene derecho a que lo vituperen por ello. Lo que sí siento es que no pudiera terminar el concierto. En las fiestas de Bilbao "La quinta estación" levantó muchas pasiones y la lluvia también obligó a suspenderlo cuando más gente estaba enganchada. Sé de algunos que se plantearon mandar cartas iracundas de protesta al ayuntamiento :p.
Lástima que no me enterara de este concierto. A ver si para la próxima vez puedo asistir!
Aquí te dejo una huella de mi paso por tu blog.
Hablamos, amor.
Por fin lo leo. Para la próxima, contigo ;).
¿Oiste las canciones que te dije? ¡Están en Youtube!
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