jueves, 28 de enero de 2010

Un ataque de ira

Cuanto más leo sobre política, sobre todo en los periódicos, más ganas me dan de amndarlos a todos a la mierda y a que se pudran en el infierno, aunque supongo que un poder limpio es una pura imposibilidad. No obstante, ya que los políticos no dejarán de joderme, prefiero seguir soñando y pasando por completo para que así no me lleguen muchas malas noticias.

Corrupción, luchas por el poder, excusas, falacias, actuaciones, ficción... No me digáis que os deja indiferentes. Soy consciente de que muchos se han habituado a ello. Ahora bien, ¿no os parece eso lo peor? Yo desde luego no me imagino aceptando lo que dicen los mamarrachos del poder y lo que vocean los botarates de los periodistas y analistas. Pensar que la gente que está por encima de todos nosotros actúa en teatros diferentes a los nuestros me enferma, y no acepto su juego. En parte es por eso que jamás en mi vida he daod un voto a nadie. Ni creo en la democracia ni en los que usan esa palabra con gratuidad.

Delirios infantiles, ¿no? Sí, yo también creo que soy un poco crío, pero tengo que vivir con ello. Os pido perdón, pero hoy me han presentado un tema de corrupción, de PP y de castigos estúpidos y no he podido reprimirme: me subió la fiebre y mis órganos internos quisieron reventar.

:) Ya pasó.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que estoy contigo en la idea del artículo, pero no es nada fácil encontrar una solución. Quiero decir: si no creemos en la democracia y damos nuestro voto a alguien, ¿qué podemos hacer? ¿No votar? ¿Confiar en que algún día todo cambie de repente? ¿Pueden las personas de a pie cambiar algo en este aspecto por mucho que se diga? Por eso creo que mucha gente pasa del tema directamente y se dedican a vivir sus vidas.

Pero sí, da miedo pensar la indiferencia que nos causa que unos se llenen los bolsillos a espuertas y hagan trampas sin parar.

Un saludo.

Closto dijo...

Sí, en general la gente pasa y yo no aspiro a mucho más que a vivir en paz durante muchos años y preocuparme por los que puedo hacer felices y poco más.